Los turistas que visitan Gran Canaria destacan en más de un 80% de los casos el sol y las condicionen climáticas como motivación principal de la visita. Por otra parte, los mismos turistas, destacan en un más de un 60% de los casos la necesidad de una renovación o actualización del destino. La conclusión es bien sencilla: necesitamos un cambio de modelo turístico sustentado en nuestro recurso principal, el sol, pero reinventado. Necesitamos reinventar el sol, un nuevo destino del sol y playa.
Consideremos primero algunos puntos que a medio y largo plazo juegan en contra de nuestro principal recurso y ventaja comparativa: (1) el consabido cambio climático que presumiblemente empeore nuestras condiciones climáticas, con periodos de calima más frecuentes, temperaturas menos agradables, fenómenos adversos más frecuentes, etc., y (2) la mayor concienciación sobre los efectos dañinos de la exposición al sol y las campañas y cambio de conciencia en torno al bronceado.
Pero también tenemos claros puntos a favor: (1) El sol, y su energía es un recurso gratuito e inagotable y al que aún le restan más de 5000 años de vida y (2) Canarias y Gran Canaria ya tienen un claro reconocimiento internacional y posicionamiento marcado como destino de sol y playa, además, con una experiencia acumulada de gran valor.
El reto está claro. El nuevo modelo pasa por redefinir los beneficios que en torno al sol y las condiciones climáticas seamos capaces de reportarle a los turistas. Además, estos beneficios se deben potenciar por las playas, infraestructuras y las ofertas específicas y especializadas de las empresas del destino. Estamos refiriéndonos a beneficios y experiencias de salud, de libertad y felicidad individual y familiar, de socialización, de autorrealización, etc.
Este cambio implica “reconcebir” el alojamiento ofrecido, cuyo núcleo de servicio e infraestructura no gravita en torno a una piscina y un solárium para broncearse. Además, implica que el resto de empresas sean capaces de reinventarse también para contribuir al desarrollo de ese nuevo “cluster del sol”, con arquitectura del sol, urbanismo del sol, moda del sol, gastronomía del sol, ocio del sol, etc.
Lo que estamos comentando no es ajeno al cambio de modelo productivo global, donde la economía marrón que nos facilitó mejorar nuestra calidad de vida de una forma vertiginosa ya no tiene recorrido. El binomio construcción – turismo con un enfoque de recursos escasos (territorio) y el plan de ordenación como pilar de planificación ya no funciona. El territorio libre de primera línea e inmediato a la playa ya no existe. El sector de la construcción tradicional no avanza ni se le espera, y el Plan de Ordenación continua son ver la luz.
La economía verde, por otra parte, se enfoca en los recursos ilimitados (el sol, el agua del mar, la comunicación de información entre las personas) para rediseñar el modelo turístico y sus redes que no binomio: construcción, agricultura, industria, sanidad, tecnología, etc. Pero, hemos de ser conscientes que el cambio del marrón al verde, sólo se produce potenciando la economía gris, la que proviene del conocimiento. Es sólo a través del “nuevo conocimiento” que se genera el “nuevo modelo de destino”, que garantiza el éxito en un mercado de destinos cada vez más competitivo, y se posibilita potenciar un empleo cualificado y la mejora de la calidad de vida de nuestra gente.
Un primer pilar de este conocimiento turístico pasa por conocer con detalle qué demandan los turistas y cuánto están dispuestos a pagar por determinados servicios. Además, los turistas y sus necesidades no son iguales, por lo que es necesario diseñar complejos alojativos y zonas turísticas a medida de los mismos. Así nuestro destino está muy bien posicionado en torno a una serie de segmentos de turistas tradicionales y con alto grado de repetición en la isla, pero no tanto en otros segmentos de importante crecimiento con demandas específicas que debe satisfacer el destino.
Por consiguiente, el destino debe ser capaz de analizar los diferentes segmentos actuales y potenciales, su potencial y finalmente establecer planes de desarrollo de producto estructurados a través de clubes de producto y clústeres zonales especializados. Esta oferta es la que debe promocionarse posteriormente con la imagen adecuada. Todo ello, sin olvidar establecer unos procesos que garanticen unos elevados estándares de calidad en el servicio prestado.
En torno a estas y otras reflexiones, se debate en el seno de las jornadas recientemente celebradas por el Instituto de Turismo y Desarrollo Económico Sostenible (TiDES) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
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